Tras la introducción realizada sobre el sistema financiero, hoy me gustaría centrarme en una de las partes que lo configuran, los activos o instrumentos financieros. Estos son títulos o anotaciones contables que representan una inversión para el que los pose y un pasivo para el que los genera.
Es el instrumento mediante el cual los agentes con déficit (familias, empresas o sector público) pueden conseguir recursos financieros de los agentes con superávit.
Podemos distinguir entre activos primarios y secundarios, los primeros son emitidos por el agente con déficit y transmitidos directamente o de forma intermediada al agente con superávit. Otras veces los agentes intermediarios adquieren activos primarios y mediante un proceso de transformación emiten activos secundarios que se adaptan mejor a las preferencias de los agentes con superávit, ayudando a potenciar el flujo de recursos financieros.
Veamos algunos ejemplos de activos financieros:
Imaginemos una familia que quiere comprarse una casa, lo normal es que sus ingresos cotidianos no le permitan disponer del dinero para afrontar ese gasto, por lo tanto solicita una hipoteca al banco, esa hipoteca es el instrumento financiero que le permite fraccionar los pagos para que la compra de la casa sea asequible para la familia.
Otro caso podría ser el de una empresa que quiere invertir en un nuevo proyecto de inversión, para lo cual decide emitir acciones con las que conseguir los recursos necesarios. O el de las empresas que necesitan corregir desfases en su tesorería para poder pagar a los proveedores hasta que consigan vender y cobrar sus productos o servicios, para lo cual solicitaran una línea de crédito con el banco.
Las distintas administraciones también suelen emitir activos para financiar inversiones que suponen un gasto mayor que los ingresos corrientes que pueden generar, de esta manera difieren el gasto a lo largo de los siguientes años. Por ejemplo la construcción de una carretera, un hospital, un aeropuerto… son gastos elevados que se suelen financiar en varios años.
Al margen de la transferencia de fondo que supone, otra característica importante de los activos es que suponen también una transferencia de riesgo. El agente que adquiere un activo financiero adquiere un derecho sobre el emisor, por lo que asume la posibilidad de que al emisor no le vaya bien la inversión y no pueda hacer frente a sus obligaciones de pago.
Las características principales que definen a cualquier activo financiero son tres:
- La liquidez: Que mide la facilidad y la certeza que tiene un activo para poder transformarse en dinero a corto plazo sin sufrir pérdidas. Por poner algún ejemplo, los depósitos de ahorro que podemos encontrar en cualquier entidad de crédito cumplen claramente esta característica, ya que son bastante líquidos a corto plazo y tenemos prácticamente la certeza de lo que vamos a ganar con ellos. En cambio otros activos como las acciones emitidas por cualquier empresa son fácilmente convertibles en dinero, pero su valor dependerá de lo que coticen en ese momento, por lo que presentan un grado menor de certidumbre que los depósitos.
- El riesgo: Es la probabilidad de que el emisor no cumpla con las condiciones de rentabilidad y amortización pactadas, por lo tanto el riesgo dependerá de la solvencia del emisor, así como de la garantías que incorporen los títulos y no de las fluctuaciones de la cotización.
El riesgo también puede venir del exterior, por la pertenencia a un sector que esté pasando dificultades. Un ejemplo lo encontraríamos en el sector financiero, donde la globalización financiera y la interdependencia entre los mercados y las instituciones financieras, está provocando que el mal funcionamiento de algunos mercados o entidades se contagie a otros mercados y entidades de todo el mundo provocando la crisis que todos conocemos.
- La rentabilidad: Es la capacidad que tiene el activo de producir intereses y rendimientos para el que lo adquiere como pago por la cesión temporal de la capacidad de compra y la asunción temporal del riesgo.
El grado que presente el activo financiero de cada una de estas variables nos ayudará a definirlo y de esta manera poder compararlos y clasificarlos.
Por lo general cuanto más riesgo tenga un activo menor será su rentabilidad, por eso hay que desconfiar de los que prometen grandes rentabilidades sin riesgo. ¡Nadie da duros a cuatro pesetas!.
Aunque en ocasiones se presentan situaciones en la que esta regla no se cumple. El ejemplo más claro lo encontramos en la crisis de deuda que algunos países de la unión europea, entre ellos el de España, están padeciendo. Estos países emiten activos de deuda pública que, aun siendo activos con un altísimo grado de liquidez y certeza en el cobro, deben pagar grandes intereses para ser adquiridos. Esto es debido en parte a los ataques especulativos de algunos agentes que concentran gran peso en el mercado, y que son capaces con su comportamiento de influir en el comportamiento de los demás inversores, pero esto lo dejaremos para otra entrada.
Son muchas las formas en las que podemos clasificar a los activos financieros, según la naturaleza del emisor, según el mercado en el que se transfieren...etc. Aunque la más utilizada es atendiendo a su grado de liquidez. De esta manera podemos ordenar los activos de mayor a menor grado de liquidez:
1. Dinero legal: monedas y billetes de curso legal.
2. Depósitos bancarios.
a. Depósitos a la vista (cuentas corrientes).
b. Depósitos de ahorro (cuentas de ahorro).
c. Depósitos a plazo (imposiciones a plazo fijo).
3. Fondos públicos
4. Obligaciones de sociedades privadas
5. Prestamos sin garantía real y créditos comerciales.
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